En el corazón de la cordillera Cantábrica y con una sucesión de cumbres de vértigo, la Montaña Central despliega sus encantos entre picos y bosques espectaculares. Y es aquí donde la naturaleza y el paso del tiempo ha dado forma a las Foces del río Pino, declarado Monumento Natural es uno de esos desfiladeros imprescindibles de Asturias. ¡Préparate para disfrutar de las vistas!
Entre montañas de paredes verticales, saltos de agua y arboleda autóctona, recorremos las Foces del río Pino, una de las tantas rutas de senderimo que nos regala Asturias y que nos deja con los ojos como platos. ¡Vaya espectáculo de naturaleza!
El sendero comienza en el pequeño pueblo de El Pino, concretamente en el puente que cruza el río, y desde allí comenzamos un suave ascenso que durante 3 kilómetros nos conduce hasta las foces. En este primer tramo hay algo que predomina por encima de todo: el verde majestuoso de las montañas que nos rodean. El verde y también el agua, que ya suena en nuestros oídos debido a la cercanía del Pino.
Cuando nos topamos de frente con el agua, tras cruzar un pequeño puente de madera, estamos en las puertas de la hendidura abierta entre las motnañas que conocemos como Foces del Pino. La longitud de las foces es de apenas un kilómetro, pero nos deja saltos de agua y cascadas de gran belleza ante las que es imposible no detenerse. El camino aquí es empedrado y transcurre entre paredes verticales a uno y otro lado del río.
Si lo que buscas es un paseo corto puedes terminar tu ruta aquí, pero si sigues adelante tampoco te vas a arrepentir (ni mucho menos) . Al fina de las foces el camino se bifurca y tú eliges hacia donde continuar. A un lado Peña Redonda, y hacia el otro la Caniecha. El maridin y yo tomamos este último y ¡aviso! la panorámica es espectacular, pero las cuestas cada vez son más pendientes. Las agujetas están aseguradas, pero merecen la pena.
Tras pasar una majada con dos cabañas llegamos hasta la collada de la Caniecha. Estamos ante uno de los enclaves más bonitos de la ruta. Y desde esta hermosa atalaya podemos admirar cumbres como el Estobín, Puerta Faro o Peña Redonda. Detente y disfruta de las vistas.
El maridin y yo seguimos subiendo hasta alcanzar más o menos los 6 kilómetros y medio. Pronto nos topamos también con los restos de nieve que cubrían los prados y, tras una pequeña parada, deshicimos el camino. En total fueron unas 4 horas y media (2 horas y media de ida, y otras 2 aproximadamente de vuelta).
Más que recomedable. Imposible no admirar tanta belleza.